Fausto Giraldo
Aún no se han oficializado las inscripciones de candidaturas, lo que se ha realizado es la aceptación presencial de las nominaciones ante el organismo electoral para ser candidatos a presidente, vicepresidente, parlamentarios andinos, asambleistas nacionales y provinciales. La interrogante surge ¿quiénes son?, pues hay “candidatos y candidatos”.
Candidatos y candidatos de los diferentes “colores y sabores” de la partidocracia ecuatoriana, amarillos, azules, rojos, verdes, blancos, fucsia, mezclados y combinados, tonos fuertes y sutiles; unos eran de los partidos que ahora ya no son porque están en otros, antes eran de izquierda ahora son de derecha y viceversa, algunos más camuflados dicen ahora pasar de los extremos al centro. Antes aliados entre ellos con el gobierno ahora contrarios por sus intereses.
Candidatos y candidatos que ya fueron y quieren volver a ser, otros que ocuparon unos cargos y ahora quieren otros en funciones diferentes, unos que siendo elegidos no hicieron nada y que ahora dicen seguro que si ganan lo hacen.
Sin ser la novedad, la política farandulera también dice presente con candidatos conductores de televisión, actores de comedia y telenovelas, cantantes de la chicha y la limonada, danzantes y bailarines, músicos y trompetistas de la era populista, deportistas, reinas de belleza y banqueros.
Lo suigeneris del actual proceso es la incorporación de una nueva “casta” de la política ecuatoriana: los del grillete, de los mil y un juicios por corrupción, asociación ilícita, tráfico de influencias, los de casa por cárcel, los pesquisas del pasado, hoy conspiradores y mañana seguro vengadores, los del escándalo y el reparto.
Hay de los que no han tenido una formación profesional, ni bachillerato o escuela, quizá los más sensatos; pero también de los que son ingenieros, médicos, abogados, magisteres, phds, científicos, estudiados en el país y al otro lado del mundo , “honoris y doctoris” que con tanto título han destruido la economía del país, como los casos de los últimos “Oxford, Harvard y Lovaina”.
Otrora tiempos de candidatos con convicciones ideológicas y políticas, de raices organizativas, surgidos desde las bases, con respaldo de su accionar personal, publico o privado, con el peso del esfuerzo en los hombros, la sensibilidad en el pecho, la moral y probidad notoria en la frente.