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*Por Cristiana Xavier de Brito
Es inviable pensar en un futuro con desarrollo sin el compromiso constante de las empresas con las prácticas ESG (medioambientales, sociales y de gobernanza), las cuales se han convertido en un factor determinante para los accionistas e inversores, y también en la forma en que los consumidores se relacionan con las marcas preocupadas por este escenario. No basta con la fidelidad de los clientes, sino que las empresas deben asumir compromisos con el ambiente, la sociedad y economía para reforzar su credibilidad en el mercado.
La preocupación es clara: a nivel mundial, la última década ha sido testigo del mayor crecimiento de las emisiones de GEI (gases de efecto invernadero) en la historia de la humanidad. Esto supone 9.100 millones de toneladas más que en la década anterior, según el informe del Grupo Intergubernamental de Expertos sobre el Cambio Climático (IPCC) de 2022. También según este estudio, las emisiones de gases de efecto invernadero tienen que dejar de crecer en 2025 y luego caer un 43% para 2030 para tener un 50% de posibilidades de estabilizar el calentamiento global en 1,5°C, como determina el Acuerdo de París.
Pero, ¿cómo pueden las empresas hacer avanzar esta agenda en relación con los Objetivos de Desarrollo Sostenible (ODS)?
Lo ideal es que cada organización evalúe y priorice de acuerdo con los ODS de las Naciones Unidas, teniendo en cuenta su actividad. Otro tema clave es cómo establecer objetivos, medir y evaluar si los esfuerzos son suficientes. Son cuestiones que deben ser respondidas individualmente, por cada organización, y colectivamente, a través de los órganos de representación.
La sostenibilidad debe ser vista como un viaje e ir de la mano de la innovación. Cada empresa está en una fase y necesita buscar una evolución acorde con su realidad. Es clave establecer cambios estructurales, así como fomentar los pequeños avances en cada área de negocio; en cada proyecto desde su concepción; y en la actitud de cada colaborador o colaboradora. Estas porciones de cambio, sumadas, marcan la diferencia.
Las consultoras de sostenibilidad, como la Fundação Espaço ECO, son aceleradoras que apoyan a las empresas en sus retos de medir los impactos ambientales, económicos y sociales de su negocio, ayudando en la toma de decisiones a través de métodos para evaluar el ciclo de vida, el cálculo de la huella de carbono, los servicios de los ecosistemas e impactos sociales.
También hay herramientas públicas que ayudan a esta planificación. Una de ellas es el SDG Compass, puesto a disposición por el Pacto Mundial de las Naciones Unidas y orienta a las empresas sobre cómo pueden alinear las estrategias, medir y gestionar su contribución a los ODS.
El camino hacia esta transformación pasa por invertir en un gobierno corporativo eficaz, transparente y bien estructurado que ayude a supervisar los planes de acción y que tenga en cuenta los resultados de toda la cadena de valor.
La iniciativa Juntos por la Sostenibilidad, creada por las industrias químicas en 2011, ayuda a las empresas evaluando las prácticas de sostenibilidad en las cadenas de suministro, para desarrollar a los proveedores de forma global.
*Cristiana Xavier de Brito es la directora de relaciones institucionales y sostenibilidad de BASF para América del Sur y presidente del consejo de la Fundação Espaço ECO