Autor: Joselo Bolaños
Los jóvenes milennials del país sienten una profunda frustración con los políticos dinosaurios, aquellos que envejecieron y continúan enriqueciéndose sin empacho, manteniendo la misma estructura de un Estado obsoleto y son los responsables de mucha frustración e incertidumbre.
Miles de estos jóvenes con maestrías o doctorados en las mejores universidades del país y el mundo viven una precaria situación a pesar de estar mejor preparados, dominar tecnologías, hablar más de tres idiomas.
Cientos de miles marginados en zonas de pobreza extrema en las ciudades y el campo que expresan un rechazo permanente a estos vejestorios y no están dispuestos a dejarse manipular por caudillos políticos o por cualquier majadero que se memoriza tres o cuatro frases demagógicas y se cree un pavo real o la reencarnación del Che Guevara.
Ellos soportaron junto a sus padres la crisis del feriado bancario, la inestabilidad política por los frecuentes cambios de gobiernos y, en los últimos años son los más afectados económica y anímicamente porque no encuentran trabajo, así los mejores motivadores insistan en que no hay que bajar los brazos y el optimismo. Es una generación que se cuestiona todo y tiene acceso a mas información para sus luchas en los temas político, cultural, ambiental o equidad de género.
Los dinosaurios no entienden el nuevo mundo y consideran que sus teorías ortodoxas y caducas pueden seguir vigentes, en un proceso cíclico de reencauche político, corrupción e impunidad.
Los millenials entienden que fueron y continúan siendo la carne de cañón de consignas engañosas de partidos, movimientos y supuestos líderes incapacitados para diseñar políticas públicas que contemplen generar riqueza económica, empleo, seguridad ciudadana, paz social, porque la verborrea y la comodidad burocrática de un Estado fallido les permite vivir como reyes, porque detrás de la retórica y el humo que venden existen cantidades fabulosas de dinero para blindar mediática y legalmente sus oscuras acciones.
Pese a que los dinosaurios somos los padres de esta generación, aún pensamos tener la verdad absoluta en acciones y teorías que frenan el desarrollo del país y, muchísimos, en una cantidad inmensa son podridos hasta la médula.
Sin embargo continúan vendiendo humo, lejos de una realidad inclusiva para millones de jóvenes millenials y centenialls que buscan desde otras trincheras y con herramientas digitales hacer escuchar y defender su propia voz para romper la hegemonía de quienes creen que la experiencia política acumulada es cheque en blanco para sus miserables acciones.
