El conteo regresivo ya empezó, ésta es una semana clave, los días restantes son propicios para lanzar las “bombas” que estaban bien guardadas para el final como estrategia, con el único propósito de reorientar la voluntad de los sufragantes y hacer decidir a los indecisos (16% aproximadamente), además de convertir los votos nulos y blancos en positivos a favor de quien haya presentado las mejores propuestas, que haya generado confianza, que dé señales de manejar y administrar “celosamente” el dinero del país, que esté dispuesto a poner punto final a la corrupción, que no tenga un pasado lleno de falsedades y lo más importante que sea digno de representarnos con altura a los ecuatorianos.
Estamos en la recta final del proselitismo electoral, en este segundo tramo la estrategia esta dirigida puntualmente a “debilitar al adversario”, los ataques son intensos, nos guste o no, pero esas herramientas están siendo utilizadas y se llama “campaña de contrastes”, que son hasta ridículas, pero que de alguna manera calan en cierto sectores de la población.
Hay muchos factores mediáticos que pueden incidir en los casi cuatro millones de ciudadanos que no votaron ni por Arauz ni por Lasso, como por ejemplo: el peso político del correísmo, el historial de los últimos catorce años de gobierno, el estigma de banquero, el caso de la vacunas con dedicatoria, los actos de corrupción del alcalde de Quito, la división del sector indígena, el apoyo de los ex candidatos, es decir ganará el que menos errores tenga y goce del agrado de los
electores.
El 11 de abril será muy recordado, porque ese día se escribirá un nuevo capítulo en la historia de los ecuatorianos y esta vez lo actores seremos nosotros, los sufragantes. Estamos conscientes que la conducción y gobernanza del nuevo presidente será muy difícil, pero si es posible, siempre y cuando se conforme un gran “equipo de trabajo” que estén comprometidos con los grandes intereses de la patria, un equipo más técnico que político, honestos y que dé muestras de querer dar la vuelta la página. El nuevo gobierno debe y tiene que manejar el país con mucha sabiduría, sin olvidarse de la parte social y económica, porque estas son las dos caras de la misma moneda.
El nerviosismo y adrenalina aumenta conforme pasan las horas y no es para menos, estamos ante un escenario “jamás vivido” en la historia política del Ecuador. Es decir estamos al filo del abismo, o caímos en manos de la dictadura populista y totalitaria, o nos encaminamos a la reconstrucción del nuevo Ecuador, de oportunidades, libertades y progreso. (M.T.A.V)