El acceso general a la energía sigue planteando una serie de retos para el mundo. Por esta razón, cada 14 de febrero hay un eco universal para concienciar a la sociedad sobre la importancia de garantizar el acceso a energía, de todos, a nivel global. El ‘Día Mundial de la Energía´ es además un recordatorio para apostar por su uso sostenible en pro del bienestar de las futuras generaciones.
El consumo excesivo y sin control de la energía tiene un impacto directo en el incremento de las emisiones de CO2 y otros Gases de Efecto Invernadero (GEI) o gases contaminantes, por lo que se convierte en una responsabilidad compartida reducir estos índices, ya sea nivel industrial o residencial. Asimismo, el uso intensivo de combustibles de origen fósil como el petróleo, carbón o gas natural, nos debe llevar a reflexionar en la búsqueda de fuentes renovables para su sustitución.
Según la Organización Mundial de la Salud, el consumo de energía renovable deberá acelerarse en todos los sectores para alcanzar las metas de los Objetivos de Desarrollo Sostenible (ODS). De igual manera, el logro del objetivo sobre eficiencia energética requerirá que el ritmo general de mejora se acelere significativamente hasta alrededor del 3 % anual entre 2017 y 2030.
Nuevos escenarios
Para todos es conocido las circunstancias adversas que el mundo atravesó durante estos meses de pandemia que cambiaron notablemente los patrones de consumo energético; sin embargo, estas medidas no afectaron a todos en igual magnitud, por ejemplo, las personas que permanecieron en sus domicilios aumentaron el consumo de energía, mientras que el sector industrial, al acoplarse a nuevas reglamentaciones y al permanecer, en su mayoría, cerradas u operando en régimen reducido, disminuyeron su demanda en forma significativa.
Acciones sostenibles
La utilización de energías limpias en el sector de la construcción, sin duda, podría ser uno de los aspectos de aporte significativo, al considerar que provienen de procesos en los que se tiende a disminuir el uso de combustibles fósiles, por ejemplo: energía eléctrica que proviene de hidroeléctricas o fotovoltaicas, energías térmicas que se genere con biomasas o a través del sol.
“La producción de energía genera impactos ambientales que se traducen en la emisión de gases efecto invernadero GEI, es decir que mientras menos se utilice combustibles fósiles para producir energía térmica o eléctrica, menor será también la generación del GEI y por ende la aceleración del cambio climático disminuiría”, comentó Patricio Díaz, Gerente de Ecología Industrial de Unacem Ecuador.
A nivel industrial se puede reducir significativamente el uso de energía, poniendo en práctica las siguientes recomendaciones:
• Cambiar y/u optimizar equipos por otros de alta eficiencia y de menor consumo.
• Desarrollar un programa de control energético que cuantifique, valore y mida las diferencias, transformando los resultados a dinero, para incentivar la búsqueda de nuevas eficiencias.
Compromisos empresariales alineados al ODS 7
Mejorar la eficiencia energética debe erigirse como un compromiso, la industria tiene la oportunidad de invertir en proyectos de generación de energías limpias. Desde Unacem Ecuador se trabaja en la implementación de estos proyectos que se alinean al Objetivo de Desarrollo Sostenible 7, el cual busca “Garantizar el acceso a una energía asequible, segura, sostenible y moderna para todos” mediante las siguientes estrategias:
• Garantizar el acceso universal a servicios energéticos asequibles, fiables y modernos.
• Aumentar considerablemente la proporción de energía renovable en el conjunto de fuentes energéticas.
• Duplicar la tasa mundial de mejora de la eficiencia energética.
• Aumentar la cooperación internacional para facilitar el acceso a la investigación y la tecnología relativas a la energía limpia y promover la inversión en infraestructuras energéticas y tecnologías limpias.
• Ampliar la infraestructura y mejorar la tecnología para prestar servicios energéticos modernos y sostenibles para todos en los países en desarrollo.
Es necesario considerar que el uso adecuado de la energía, se convierte en una tarea conjunta, una prioridad para las organizaciones políticas, empresas y ciudadanía en general, al incluir un cambio de mentalidad, orientado a la transición hacia un modelo energético sostenible.