Autor: Marco Tulio
Creo pertinente y oportuno recordarles a los funcionarios públicos, que el honor es una cualidad moral que impulsa una persona a actuar con rectitud y transparencia en todo momento y circunstancia, demostrando una actitud ejemplar, de esa manera cimentar su reputación.
Por lo tanto, es de esperar cierto “recato” de todos los funcionarios públicos, especialmente aquellos que ostentan una alta representatividad, sean estos: por designación, elección popular o concurso.
Tratar este tema es tan importante, porque en los últimos años esta “cualidad maravillosa” propia de los seres humanos, como es el honor, ha sido muy golpeada y pisoteada por un número considerable de “altos funcionarios”, presidentes, vicepresidentes, asambleístas, gobernadores de provincias, prefectos, alcaldes, concejales, directores distritales, etc., para estos personajes les importó “un comino” el honor, porque prefirieron sus ambiciones personales desmedidas, sobre los grandes intereses nacionales y de por medio las aspiraciones y necesidades de los más pobres y humildes del país. Casos y ejemplos hay muchos a todo nivel que avergüenzan haber y tener funcionarios de esta “calaña”, con un alto nivel de cinismo, ignorancia y corrupción.
Es indignante ver a expresidentes “prófugos”, ex vicepresidentes y ex ministros “presos”, prefectos y alcaldes con “grilletes”, asambleístas destituidos por “corrupción” o por tráfico de influencias, en fin, son innumerables casos, unos ya ejecutados y otros quedados en el olvido. La pregunta es …
¿Hasta cuándo los ecuatorianos les soportamos a estos malos funcionarios, que siguen haciendo lo que les da “la regalada gana”?.
Así como están las cosas la asamblea nacional tiene un trato diferenciado porque “ya toco fondo”. Que pobreza, que vergüenza ajena, escuchar y mirar el nivel de discusión de los asambleístas. Indigna que estos “señores” crean que representan al pueblo y a la vez enoja porque nos quieren “vender humo”, haciéndonos creer que al presentar un escuálido proyecto de ley, sin trascendencia y sin ningún beneficio para el pueblo, es el “gran trabajo” de 8 meses… ¡mediocres!
Entonces… ¿Puede el país confiar en estos asambleístas que no contribuyen en nada, a las soluciones de los acuciantes problemas de los ecuatorianos, que ahora mismo un alto número de ciudadanos no cuentan con un empleo pleno y viven en la informalidad?
En conclusión, es muy lamentable que muchos funcionarios públicos de “alto rango” continúen con estas viejas costumbres, contribuyendo y fomentando un mayor descredito de la actividad pública y de esa manera menoscabando lo más valioso del ser humano, EL HONOR. (M.T.A.V.)