Hace 12 años, el 15 de octubre de 2008 la Asamblea General de la ONU estableció el Día Internacional de las Mujeres Rurales, en este día se reconoció la función y contribución decisivas de la mujer rural, incluida la mujer indígena, en la promoción del desarrollo agrícola y rural, la mejora de la seguridad alimentaria y la erradicación de la pobreza rural.
Octubre conmemora el mes de la Mujer Rural, en el Distrito Metropolitano de Quito alrededor de 400 mil mujeres de la ruralidad realizan diferentes actividades y son agentes claves en el desarrollo económico, ambiental y social.
Marcia Viracucha, moradora de Amaguaña, vivía en el sur de la ciudad y hace cinco años reside en el sector de Miranda, recuerda que un día pasaba por la Administración Zonal Los Chillos y observó una publicidad de la escuela de chacras que le llamó la atención, pues no fue casualidad ahora es propietaria de varios huertos en su domicilio donde junto a su esposo trabajan arduamente todos los días.
“Aquí no se pierde el tiempo y nunca se puede decir ya está todo hecho, por ejemplo, si aquí empezamos a sacar una hierba, nos damos la vuelta crece otra, en el campo siempre hay trabajo. Las mujeres rurales son fuertes, perseverantes siempre están ahí trabajando, porque el campo no puede decir espere, pero cuando hacemos lo que nos gusta con amor no importa el cansancio”, resaltó Viracucha.
Una cuarta parte a nivel mundial son mujeres rurales que trabajan como agricultoras, asalariadas y empresarias. Labran la tierra y plantan las semillas que alimentan naciones enteras. Además, garantizan la seguridad alimentaria de sus poblaciones y ayudan a preparar a sus comunidades frente al cambio climático.
María de Lourdes Tibanta, moradora de Guangopolo, realiza artesanías con la cola o crin del caballo hace 63 años, recuerda cuando tenía 7 años se encontraba sentada junto a su madre, observando como realizaba esta labor y mientras su progenitora salía manipulaba el telar. Han transcurrido varios años, ahora en el Taller Artesanal El Cedacero fabrica cedazos, cintillos, cordones, pulseras, correas, aretes, todo con la cola del caballo.
“Yo desde la niñez he luchado haciendo esta artesanía, me ha gustado ser emprendedora. La mujer rural debe ser luchadora, soñadora para hacer el trabajo en todo cumpliendo sus metas”, comentó Tibanta.
El Distrito Metropolitano de Quito, cuenta con 33 parroquias rurales, donde se encuentran rincones místicos, biodiversidad en flora y fauna, riqueza cultural y ancestral, parajes turísticos, gastronomía peculiar y sobre todo la calidez de su gente.
Emperatriz Simbaña, moradora de Conocoto, comenta que su jornada empieza a las 06:00 preparando el desayuno a su familia, en el transcurso del día realiza los quehaceres domésticos y en la noche se dedica a su trabajo en bisutería que aprendió en talleres dirigidos por la municipalidad, actualmente producto de la pandemia imparte sus clases virtuales a sus alumnas del Valle de Los Chillos.
“La mujer rural es una mujer luchadora, incansable, no se cansa está pendiente de todo en su hogar, en su trabajo. Por más obstáculos que se nos crucen, no desmayemos, sigamos siendo mujeres emprendedoras y demostremos como mujeres que somos fuertes”, exaltó Simbaña.
En esta pandemia se debe ir construyendo resiliencia con las mujeres rurales, para crear conciencia sobre las luchas de estas mujeres, sus necesidades y su papel fundamental y clave en nuestra sociedad.