Guido Moncayo Víves PhD (c)
A propósito del Día Internacional de la Felicidad, que se celebra hoy, comienzo con una anécdota que se ha repetido en diferentes ocasiones. En casa, cuando por alguna razón he tenido una presentación o ponencia de forma virtual, una costumbre que he adquirido es la de perfumarme. Ante eso, mi familia generalmente se burla, porque me dicen que nadie me va a oler, a lo que yo les respondo “me perfumo para mí mismo”. A partir de este anecdótico suceso, reflexioné sobre esos micro-triunfos que para muchas personas pueden ser cosas sin importancia, pero que en la vida de cada ser humano puede (y debería) significar “la felicidad”.
Hace unos meses, con mi mamá (que estaba viviendo en Colombia y ahora está con nosotros en Quito) nos fuimos a visitar el monumento de la mitad del mundo. Allí se hace un peculiar reto de parar un huevo sobre la cabeza de un clavo. Es un reto que, aunque parece fácil, no lo es. El hecho es que mi mamá se lo propuso, y en un tiempo récord de 20 segundos lo logró. Ella estaba saltando en un pie, y yo feliz y orgulloso de ella.
Es así que la vida, para ser felices, debería estar llena de micro-retos y, consecuente, de micro-triunfos, que poco a poco te pueden llevar a logros “significativos” (si es que no todos lo son). ¿Quieres leer un libro que parece demasiado largo?, proponte leer un capítulo a la vez, no el libro entero, verás que en pocos días lo habrás devorado. Otro ejemplo, ¿quieres ahorrar para comprar algo costoso, de más de USD$1.000?, no te propongas ahorrar todo junto, ponte metas cortas, ahorra USD$100 en un lapso determinado, y colócalo en una cuenta de ahorros restringida. Así, al cabo de un plazo relativamente corto, lo habrás logrado. Y así, hay muchísimas formas de definir micro-retos y, con ellos, buscar micro-triunfos.
Esto es algo que se ha practicado desde tiempos remotos. En los largos caminos, se solía colocar los llamados hitos o milestones (en inglés), para que el caminante sepa que cada vez le faltaba menos para llegar a su meta, y ahora esta es una de las formas más utilizadas de planificar y desarrollar proyectos. Así, por ejemplo, nació la entrega de correos hace casi 3.000 años en la antigua Persia, con el sistema de postas, convirtiéndose, en ese caso, en un sofisticado trabajo en equipo para la época. O, por ejemplo, están los refugios en los altos nevados, donde los montañistas van haciendo escala antes de llegar a la cumbre. Todo escalador, para llegar a la cumbre del Cotopaxi (5.897 msnm), debe antes llegar al primer refugio, localizado a 4.810 msnm.
Es así que, cuando te “perfumes para ti mismo”, no lo veas como algo de egos desbordados o modestias escondidas. Se trata de “vivir”, de hacerlo con gusto, sabiendo que si algo nos ha enseñado esta pandemia que aún no cesa, es que la vida es “aquí y ahora”. Disfrútala, gózala, saboréala. Como dijo Mahatma Gandhi, “Vive como si fueras a morir mañana. Aprende como si fueras a vivir siempre”.
Es importante tener presente que “la felicidad es el camino”, y que “la vida es eso que te sucede mientras estás ocupado”, por eso es tan valioso encontrar ese equilibrio que, en gran medida, nos podrá ayudar el comprender que la vida se compone de un conjunto de “pequeñas felicidades”, esas felicidades que muchas veces se materializaran en esa fragancia del perfume, ese capítulo leído, esos USD$100 ahorrados, ese kilómetro caminado, ese episodio de la serie de Netflix que te gusta, y todo aquello que te haga feliz.