Autor: Pedro Pablo Caicedo
16 de enero de 2023
En la actual campaña electoral; la mayoría de los candidatos parece que coincidencialmente se han puesto de acuerdo entre sí en algunos aspectos que se perciben en la psicología social. Veamos:
Estos señores están empeñados en destruir la capacidad del electorado para distinguir entre la realidad patética y la ficción o fantasía.
En los discursos mal aprendidos confunden hombres con mujeres y viceversa, aunque el auditorio sabe muy bien, que esa no es la realidad.
Hablan por hablar, creyendo convencer a quien los escucha; por ejemplo, dicen que el feto que está en el vientre de la madre todavía no es un ser humano, aunque el populacho convocado bien sabe, que eso es falso; pero nadie dice nada, peor contradecir al parlanchín
Dicen a voz en cuello que el gobierno y por ende los municipios pueden crear riqueza de la nada, aunque por lógica, el pueblo intuye que, si fuera así, no habría necesidad de trabajar; entonces la vaguería es de todos.
Sin vergüenza alguna pretenden rectificar los hechos, diciendo que lo blanco es negro y negro es blanco, que izquierda es derecha; a los villanos se los retrata como héroes y los héroes que luchan contra la corrupción se los describe como villanos. Pretenden convencer que el que más insulta es prestigioso o triunfador.
Todo ello con una intención morbosa de destruir la capacidad para pensar de forma crítica e independiente, de analizar, comparar y en suma discernir.
Si por deficiencia cultural o de instrucción, un individuo que no puede distinguir el delirio versus la realidad inconsciente y alegremente gracias a una dadiva u ofrecimiento, se inclinará a favor de cualquier candidato y será un autómata delirante en favor del que más ofrece, es decir del que más miente. Esto desgraciadamente se convierte en la forma de ser, de creer y hasta de discutir expresando ideas realmente utópicas pero muy bien aprendidas.
Esta es precisamente la carne de cañón que la politiquería criolla cual monstruo subyuga y devora gentilmente a mentes maleables, sensibles ante las baratijas y que obviamente no tienen pensamiento crítico.
El ciudadano; ante esta situación nada digna de los politiqueros que aplican la viveza criolla, no debe renunciar a su capacidad de distinguir la ficción de la realidad, pintada eufórica y tenazmente; de lo contrario tendrá que pagar un alto coto en el convivir social inmediato.
Estos ciudadanos no dicen lo fundamental respecto a sus ofrecimientos: el cuándo, el dónde, el conque dinero, con qué recursos, en que tiempo y cuáles serían los resultados. Ningún candidato que dice ser patriota ha renunciado su sueldo, ni han prometido mediante un juramento notariado que los contratos serán con veedores independientes para evitar, sobreprecios, prorrogas y coimas. En el mal llamado debate se vio a las claras que prosperó el insulto, la diatriba y el desprestigio como elementos importantes. Omitiendo por incapacidad o por mala intención lo de fondo
Expresar frases y eslóganes sin contenido real, pero que inspiran euforia y equivocada simpatía. Esa la táctica empleada. ¡Esa es la cuestión!