Fausto Giraldo
Antes de denominaba congreso hoy asamblea, sus integrantes se llamaban diputados hoy asambleístas, en otras épocas lo conformaban setenta u ochenta hoy ciento treinta y cuatro; es decir, con el pasar del tiempo la institución de los “padres de la patria” ha sufrido cambios, claro solo de forma porque sigue siendo el órgano de poder con los mismos vicios políticos y anti éticos.
Parto desde el principio ¿Quien y cómo escogió los candidatos para asambleístas? Fueron designados por los dueños de los partidos, pusieron a sus parientes, íntimos amigos, cotizantes millonarios, entre otros “ilustres” hombres y mujeres”, cuya carta de presentación era solo el dedo del cacique. En otros casos se consideró popularidad, carisma y talento “circense”. Contadas son las consideraciones de capacidad, probidad y valía.
Los partidos no tienen una estructura interna de formación de cuadros que con bases sólidas en lo profesional, lo ético, lo moral y político les represente y sean candidatos, está es una primera causa.
Un segundo aspecto á mi juicio es ¿Quién los eligió?, Fue el pueblo pero en dos circunstancias: la primera de forma directa a quienes encabezaban las listas y que por lo general son los más conocidos y de mayor presencia, mientras que la segunda es el arrastre de los presidenciables en donde no importa quienes sean los candidatos a asambleístas mientras el candidato a la presidencia sea fuerte electoralmente, de allí la elección de ilustres desconocidos.
Una causa del comportamiento electoral de la población es la falta de cultura política, la ausencia de educación política electoral que permita a los habitantes reflexionar la decisión de elegir, saber cómo y a quien elegir, porque dar el voto.
Una vergüenza de Parlamento, no de ahora sino de siempre, asambleístas envueltos en todo tipo de escándalo, no todos por cierto, pocos se libran de nuestro señalamiento, pero esto último no quiere decir que esa institución no deje de ser un nido de sujetos dedicados a pescar a río revuelto y lo más reprochable es mirar el cinismo con el que actúan frente al desenmascaramiento de sus actos.
Fernando Villavicencio en particular ha venido destapando “la cloaca”, ha hecho público una serie de “mañoserías” y las mañosas y mañosos en vez de transparentar sus acciones “disparan” sus dardos en contra del denunciante, exigen sanción, es más “unito” por allí como dice la callejera gente, pide a la fiscalía que silencie las voces que hagan públicas estás denuncias.
Esta asamblea del reparto, el tráfico, el negociado, la troncha, otra vez la falsedad de discapacidad, de levanta manos, incapacidad, politiquería, corrupción, diezmos, falta de probidad, ausencia de trabajo se cae a pedazos, se derrumba por si sola, a pocos meses de su instalación con méritos y acción propios se desmorona y, como lo advertí también hace algún tiempo, es un ente que no dejará de ser el centro de especialización del delito político.