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Autor: Pedro Pablo Caicedo
Para que una persona o empresa se permita afirmar quien o quienes son favoritos en las elecciones en general y de las seccionales en particular; previamente debe explicar detalladamente el estudio técnico y serio del procedimiento empleado explicando con precisión la encuesta con las respectivas preguntas y las respuestas encontradas, indicando el tamaño, composición y representatividad de la muestra para que esta sea valedera, indicar el método estadístico empleado, indicar el error calculado para definir el nivel de confianza de lo que se afirma. Además; el informante debe limitarse a dar datos cuantificados eliminando los sesgos y fundamentalmente sin opinar. Se opina cuando se habla de estadísticas cualitativas cuyo análisis es más riguroso y riesgoso; pero en este caso son estadísticas cuantitativas y deben expresarse meramente como cantidades.
Ecuador como país subdesarrollado; no tiene una ley que regule el trabajo estadístico; por esta razón cualquier persona sin mayor criterio científico ni técnico afirma que tal o cual es el candidato favorito; y lo peor, hace ganar a la persona que más le paga, creando así falsas y tendenciosas expectativas que no ayudan al ciudadano, sino que les desorienta.
Me permito afirmar que el favoritismo o el descredito estadístico sin la explicación debida es otra forma de corrupción que es utilizado por los politiqueros y sus grupos. La ciudadanía debe tomar debida nota de esta realidad y no aceptar afirmaciones a favor de uno u otro candidato porque no cumplen con el rol obligatorio de ser verdaderas.
Con alarmante novedad ya están asomando los adivinos, brujos o pitonisos que declaran palatinamente que tal o cual candidato goza de la simpatía ciudadana y que es favorito para el triunfo, obviamente acompañando las alabanzas tendenciosas. Tamañas mentiras que alimentan más la desorientación y el desencanto del ciudadano porque no cuentan con la información precisa de tales preferencias.
En varias oportunidades quienes declaran el favoritismo a un candidato asignándole mayor porcentaje, han sido identificados como adversarios del inmediato presumiblemente perdedor. Se ha notado que la mayoría de estos adivinos que no tienen soporte científico, técnico ni un equipo humano debidamente entrenado, no atinan, no aciertan y cuando se dan los resultados definitivos se callan o buscan pretextos para justificar sus mentiras.
Finalmente hay que anotar que algunos de estos adivinos son coidearios, compañeros de lucha o del mismo partido del candidato a quienes favorecen y hacen propaganda intensa para publicitar lo que ellos llaman “tendencia”; lo cual es una tremenda farsa.
La Estadística es la única ciencia que el ser humano ha creado para proyectar, intuir o deducir valores prospectivamente siempre con un margen de error tolerable y basados en el riguroso procedimiento matemático. Por consiguiente, esta ciencia mide realidades y proyecta, no adivina ni perjudica o favorece a nadie; solamente expresa una realidad y la proyecta.
A lo largo de la vida seudo democracia de nuestro país hemos constatado como la farsa de mediciones estadísticas manipuladas y mal elaboradas han llegado a tal grado de aceptación que en varias oportunidades hemos vivido escándalos que son parte del folclorismo tercer mundista de la llamada política nacional que no es sino politiquería.
Al depositar el voto que desgraciadamente es obligatorio que no representa la voluntad del ciudadano de elegir; sino una imposición para obtener la llamada “papeleta” indispensable para la tramitación burocrática; el ecuatoriano consciente de la importancia de su voto debe reflexionar profundamente quien merece su confianza por un futuro inmediato efectivo y verdadero y no por la propaganda barata ni por los pronósticos mentirosos.