Fausto Giraldo
Llegó el día del “amor y la amistad”, muchos expresaron sus sentimientos afectivos hacia otros: sus parejas, hogares, amigas y amigos, lo hicieron de variadas formas. Así también dos días de feriado que la gran mayoría entendió el nuevo momento y las circunstancias sanitarias al efectuar salidas y paseos familiares que contribuyeron en cierta forma a fortalecer los lazos fraternales y también a dar soporte a decenas de familias y negocios que viven de las diversas actividades turísticas. Lamentable que una minoría no entienda el concepto de “solidaridad”, palabra que representa en estos tiempos el respeto a sus vidas y las de los demás, por lo menos de su entorno cercano, al organizar y participar en eventos de concentración masiva.
Luego de estos días de asueto retornamos a la realidad, aquella que tiene condiciones difíciles para el mundo, con mayor impacto para nuestro país que está sumido en aquella crisis sanitaria internacional pero que debe soportar las otras dos que están al día en la vida de los ecuatorianos: crisis económica que genera consecuencias sociales, y, crisis política que determina la inestabilidad de la patria grande.
Bienvenidos al mundo real en donde cada día aumenta el contagio del Covid, sus muertes y la ausencia de espacios de atención en el sistema de salud pública. Este mundo en el que en el país más critico económicamente de América Latina, Venezuela, llegan cien mil vacunas y en el nuestro ocho mil que no representan ni el 0.04% de la población. Este mundo en donde primero se vacuna al ministro y su familia mientras que los servidores de primera línea ni siquiera se les cancela a tiempo sus remuneraciones peor son vacunados. Aquí en este Ecuador en donde las primeras dosis se habrán perdido por responsabilidad o mejor dicho “irresponsabilidad” de la autoridad pública con altos límites en su gestión pública.
Sí, a este mundo en el que aún no se esclarecen los resultados electorales y se desdicen las decisiones o indeciciones, con un organismo electoral sin credibilidad y una pendiente campaña electoral de segunda vuelta en la que se harán evidentes los males de la “mala política”: el odio, fanatismo e insulto divisorio de los seguidores que, a la vuelta del tiempo, se veran traicionados por los acuerdos de las altas “esferas” ya en el poder.
Volvemos al mundo real, aquel en el que el ciudadano se debatirá día a día en el tenebroso camino del riesgo de contagio para acceder a unos cuantos dolares para subsistir, para que sus niños puedan estudiar, para que sus vidas puedan continuar. En realidad hay muchas cosas “reales”: niños en las calles, desempleo, bajos ingresos económicos, alto grado de movilidad migratoria, aumento de la delincuencia, rompimiento del orden, queme importismo de las autoridades, entidades sin presupuesto, autoridades cantonales sin iniciativa y capacidad de gestión, entre otros.
Dadas está circunstancias se puede decir entonces bienvenidos de vuelta al mundo real en el que el común ciudadano debe, junto a todos nosotros, poner el hombro para salir adelante.