Alberto Molina Flores
En varios países de la región, incluido el nuestro, estamos siendo víctimas de la agresión brutal de la delincuencia internacional, que junto a las bandas criminales del narcotráfico han cobrado la vida a miles de víctimas, muchas de ellas inocentes y, tratan de someter a los países a través del terrorismo, la intimidación, el secuestro, las extorciones, etc. La arremetida de estos criminales es cada vez más agresiva, no solo que cooptan a niños y jóvenes y los utilizan especialmente como sicarios, igual a policías y militares que sucumben ante el dinero fácil; la contaminación de jueces, fiscales y autoridades en todos los niveles no sorprende. Es de esperar que los países que tienen recursos, tecnología y son los mayores consumidores de la droga como EE.UU. y Europa, nos presten su apoyo. En nuestra frontera con Colombia, en los departamentos de Nariño y Putumayo, los sembríos de hoja de coca han aumentado exponencialmente, se calcula que procesan unas mil toneladas de droga de las dos mil ochocientas que produce Colombia y el gobierno del ex guerrillero del M-19 Gustavo Petro, (a) Aureliano, bien gracias.
A nivel mundial y regional después de la II GM. se crearon organismos para garantizar la paz, uno de ellos es el Tratado Interamericano de Asistencia Recíproca (TIAR), un pacto de defensa mutua firmado en 1947. “…El artículo 3.1. señala, en caso de “(…) un ataque armado por cualquier Estado contra un País Americano, será considerado como un ataque contra todos los Países Americanos, en consecuencia, cada una de las Partes Contratantes se compromete a ayudar a hacer frente al ataque en ejercicio del derecho inmanente de legítima defensa individual o colectiva que reconoce el Artículo 51 de la ONU”.
Las Fuerzas de Paz de la ONU, o “Cascos Azules”, operan desde 1948, tienen como objetivo principal frenar la violencia, garantizar la seguridad, en áreas de conflicto, mantener y promover la paz, proteger a la población civil, patrullar y vigilar el alto al fuego, retirar minas antipersonales y otros explosivos, desarmar a los combatientes y velar porque sean reintegrados a la sociedad.
En nuestro país, en 1995, en la Guerra del Cenepa, de conformidad a lo estipulado en el Acuerdo de Paz de ltamaraty, en marzo de 1995 llegaron al área de conflicto militares de los países garantes (EE.UU., Argentina, Brasil y Chile) como parte de la Misión de Observadores Militares Ecuador-Perú (MOMEP), para garantizar el cese de fuego, la separación de fuerzas y la desmovilización, su misión terminó en junio de 1999.
Todo lo señalado se refiere a la intervención de fuerzas militares en conflictos armados internacionales, los tiempos han cambiado; ahora tenemos otras amenazas, grupos de delincuencia organizada, mafias internacionales que manejan el narcotráfico, terrorismo, minería ilegal, tráfico de armas y de personas, lavado de activos, etc. en una guerra asimétrica. Para hacerle frente a estas amenazas la capacidad de los estados como el nuestro es limitada, razón suficiente para pedir apoyo a organismos internacionales con la intervención de tropas de los países afectados que se deben organizar a través de una Seguridad Cooperativa.